Intentando ser más Zero Waste

¡Hola a todos!

¿Cómo estáis? Hace como un millón de años que no me paso por aquí, y es algo que no me gusta, pero es que en los últimos meses he tenido muy muy poco tiempo libre.

En fin, que ahora que tengo un hueco aprovecho para escribir un post al que llevo tiempo dándole vueltas y que, a priori, no tiene nada que ver con el tema maternidad/bebés/cuentos etc, que es, se supone, de lo que va este blog. Pero bueno, es algo que me apetecía hacer y ya está. Además, si lo piensas bien, en el fondo el tema sí que tiene que ver con lo que aquí tratamos, porque si no cuidamos el planeta no habrá un futuro en el que nuestros hijos puedan disfrutarlo.

Quizá algunos de los que hayáis leído el título del post, al ver esto de “Zero Waste” habréis pensado “¿y eso qué es?”. Bueno, eso pensé yo también cuando lo leí por primera vez, hace ya unos cuantos meses. Básicamente, y por resumir mucho, las personas que siguen una filosofía zero waste intentan vivir generando la mínima cantidad de residuos posibles. Esto NO significa, atención, tirar todo el plástico que tenemos por casa y comprar cosas de madera o cartón que las sustituyan, sino intentar, sencillamente, vivir generando el mínimo impacto ambiental posible. Y dentro de esto, como ya sabemos, el plástico es el mayor residuo a evitar, porque contamina muchísimo y es muy difícil de reutilizar (que es, precisamente, uno de los mayores pilares del Zero Waste).

Total, que desde hace unos meses para acá en casa estamos intentando, despacito y con buena letra, cambiar algunos hábitos para intentar poner nuestro grano de arena en que el planeta no se vaya a la mierda. No os voy a decir, en absoluto, que soy una pro en el tema, porque la verdad es que llegar al punto de generar prácticamente ningún residuo me parece algo muy difícil y que requiere de un esfuerzo que ahora mismo no me veo capaz de hacer, pero sí que es cierto que desde que escuché el término por primera vez he empezado a seguir cuentas que hablan de ello y, bueno, a estar atenta al tema e intentar hacer alguna cosita. 

Así que, bueno, ahí estamos. No es algo que me obsesione pero sí a lo que intento prestar cada vez más atención, porque además me divierte pensar en cómo puedo ir mejorando. Quiero recalcar que este post no es para fardar ni nada por el estilo, porque soy consciente que sigo haciendo cosas que contaminan bastante, sino simplemente para contar cuatro cosas que hemos cambiado en en casa y que son bastante asequibles, a nivel económico y a nivel esfuerzo. Porque a veces cuando te pones a informarte, lo haces por fuentes muy expertas que parece que están a otro nivel y se te hace como súper cuesta arriba empezar, pero hay algunas cosas que son realmente fáciles. 

Así que, sin más, hay ahí van:

-Adiós bolsas de plástico. Esto es algo bastante evidente, ¿no? Aclaro que no es algo nuevo que estemos haciendo últimamente, pero sí que ahora me lo tomo mucho más en serio. También ayuda que ya las bolsas no las dan gratis en ningún sitio (por fin!) y que siempre llevo bolsas reutilizables en el carro de Vera, o que utilizo el propio carro para meter la compra. Pero aquí sí me parece interesante mencionar una de mis grandes adquisiciones de los últimos meses: mis bolsas de malla para las frutas y verduras. ¡Son geniales! Así evito también las típicas bolsas estas finitas de la verdulería. Yo las mías las compré en nuestro supermercado, que las venden, pero en Amazon tenéis un montón. También las estoy viendo cada vez más en tiendas tipo droguerías y ferreterías. Compradlas, en serio, son geniales.

-Adiós Nesspreso. A poco que te pongas a investigar sobre esto del Zero Waste, te das cuenta de que el café en cápsulas es un problema para el planeta. Sencillamente, porque genera muchísimos residuos. Y diréis, “pero bueno, no pasa nada, yo reciclo las cápsulas”. Sí, yo también era de las que iba con mi bolsita llena de cápsulas a la tienda para reciclarlas pensando que así estaba cumpliendo y que no había tanto impacto ambiental. Pero, de nuevo, cuando te pones a investigar te das cuenta de que reciclar debe ser la última opción. Y esto es no en el sentido de que no haya que reciclar, ya que evidentemente hay que reciclar todo lo que sea “reclicable”, sino en que más que reciclar es mucho mejor directamente no usar, no tener que producir. Así que, a pesar de que sí, está muy bueno y es muy cómodo, nos decidimos y nos compramos una cafetera italiana de las de toda la vida en la que echamos el café molido. Mucho más barato y ecológico, y oye, también riquísimo.

-Adiós gel. No, no he dejado de ducharme y por supuesto que me sigo enjabonando, solo que desde hace unos meses lo hago no con gel líquido que viene en botella, sino con una pastilla de jabón de las de siempre -en realidad muchos de los trucos para ser más ecológico es simplemente mirar cómo se hacían las cosas antes, cuando no había grandes lujos- y oye, tan ricamente. Dura mucho más, deja la piel genial, es más barato y no veas el espacio que ahorras en el cubo de la basura, porque las botellas de gel ocupan un montón.

-Adiós estropajo de la cocina: otra cosa que he dejado de comprar, porque resulta que está lleno de micro plásticos que, como sabéis, contaminan muchísimo. Además es un producto que renovaba súper alegremente cada vez que se ponía como feo, en el típico pack este que venden dos por 1€. Pues fui a una droguería -también de esas de toda vida que tanto me gustan y de las que cada vez quedan menos- y compré este estropajo de madera hecho con fibras naturales que es genial. Y lo mejor es que cuando se estropee mucho no tengo que comprarlo nuevo entero, ya que hay recambios solo del cabezal. Lo compré hace como tres meses y sigue como nuevo, y además gracias al palo no te mojas ni te manchas las manos al fregar. Ya os digo, yo lo compré en una droguería pero también lo venden por Internet en muchas páginas, por ejemplo en esta


-Hola copa menstrual. Sí, parece mentira que haya tenido que esperar a 2019 para descubrir la maravilla del universo que es la copa menstrual. Y lo único de lo que me arrepiento es de no haberlo hecho antes. Las que ya la usáis, sabéis de qué hablo, y las que no, ¡¡animaos a probarla!! Te ahorras una pasta en tampones y compresas (hola tasa rosa, ejem)  y el medio ambiente será muuucho más feliz.

-Reciclar el aceite. Esto me da hasta vergüenza admitirlo, pero en la vida hay que hacer autocrítica. Sí, yo era de esas que con toda la alegría del mundo tiraba por el desagüe del fregadero el aceite usado de la sartén, y tan pancha que me quedaba. También es verdad que yo antes cocinaba una vez al mes y gracias, pero bueno. Afortunadamente, eso ha cambiado. Escuché un reportaje en la radio sobre lo malo que es hacer esto y desde entonces, ahí voy llenando mi botellita con aceite usado para luego echarla al contenedor de reciclaje. Si es que una vez que te decides y coges el hábito, las cosas te salen solas.

-Comprar a granel: otro de los básicos del Zero Waste. Aunque esto es algo que siempre intento tener en mente, reconozco que muchas veces por pereza no lo hago. Estoy en el súper, veo las cosas en la estantería y las compro, aunque estén empaquetadas en plástico (la fruta no, me niego a comprar un pepino envuelto en fruta o unas manzanas supuestamente ecológicas empaquetadas. Me refiero más bien a paquetes de arroz y esas cosas). Pienso "bah, la próxima vez lo compro a granel, que ahora no me viene bien". Y es que es verdad que la vida es frenética y que no hay tiempo para ir paseándote por la ciudad y hacer la compra en mil sitios distintos, pero bueno, desde la semana sin plástico que estamos celebrando estos días (me encanta la iniciativa!!) he intentado tomármelo más en serio y he ido a varias tiendas de compra a granel con mis botes de cristal de casa (que guardo de las legumbres y esas cosas) a reponer panela y harina de almendras. También con los botes de especias que se me habían gastado, a rellenarlos. Ayuda que cerca de donde vivo hay tres tiendas de compra a granel, afortunadamente parecen haberse puesto de moda, pero bueno, entiendo que no todo el mundo tiene esa facilidad. 

Y hasta aquí mi post de hoy con mis truquis para intentar estar más en paz con el medio ambiente, conmigo misma, y para intentar darle un mejor ejemplo a mi hija. Por supuesto, todo es un proceso, y hay que llegar hasta donde podamos, sin que la carga mental sea abrumadora, e ir aprendiendo poco a poco. 

Espero que os haya gustado y espero no volver a tardar meses en publicar, ¡de verdad!

Un abrazo y, como siempre, gracias por leer.

Clara.



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