Cuentos para explicarle la guerra a los niños

¡Buenos días! ¿Cómo estáis?

Yo hoy vengo con un tema que, desgraciadamente, está de actualidad. Un tema triste y doloroso, pero un tema real al fin y al cabo. La guerra. Siempre he pensando que, cuando los niños preguntan, merecen tener respuestas, y esas repuestas deben ser honestas, aunque ajustadas, lógicamente, a la edad de cada niño y siempre teniendo en mente que lo que les cuentes no puede sobrepasarles y angustiarles más de la cuenta. 

En este sentido, pienso que los cuentos pueden ser un recurso fantástico para ofrecer orden mental a los niños sobre qué significa y qué supone la guerra, así que, sin más, paso a enseñarlos, recordando que me parecen unos cuentos fantásticos para leer en las aulas. 

Sin más, aquí están:


-Hacemos las paces. Empezamos con algo facilito, para niños de a partir de un año. Muy simple, evidentemente, sin mencionar la palabra "guerra", sino centrándose en los pequeños y diarios conflictos que surgen entre los niños y cómo se pueden solucionar. Este cuento forma parte de una colección de la que ya os he hablado muchas otras veces y que está genial. 

-Una montaña cualquiera: un cuento que me gusta mucho, porque habla de temas complejísimos (como la guerra, el nacionalismo o la integración) sin decir “atención, niños, hoy vamos a hablar de lo mala que es la guerra”. Me gusta porque es un libro bonito -sus ilustraciones transmiten mucho- divertido, sencillo pero profundo y fácil de entender. Perfecto para 4 años en adelante.


-Del lado bueno. Otro cuento muy bueno, en el que se trata el tema del odio absurdo al "enemigo", cuando, en realidad, muchas veces, el enemigo no se sabe ni quién es, ni cómo es, porque solo tenemos una imagen mental de él, la que nos hemos construido a través de la propaganda interesada. Os suena, ¿no? Esto dicho así parece como muy "serio" o "adulto", pero en este cuento está todo hilado de una forma muy didáctica y apropiada para los niños: hay un muro que divide dos países enemigos, dos países irreconciliables, cuyos habitantes estaban destinados a odiarse eternamente hasta que... bueno, pues el muro cae, y todos se dan cuenta de que la separación y el odio ha sido de lo más absurda. 


-Inseparables: he aquí un cuento top, el típico cuento que me encanta y que sí le leería a mi hija de 4 años. Ni siquiera se lo leería si me preguntase específicamente por la guerra, sino, cualquier día en realidad. “Inseparables” muestra, de manera sutil pero efectiva -pero preparaos porque después de leerlo van a venir las preguntas-, la crudeza de la guerra. Pero la historia está envuelta en una trama bonita, que incluso tiene su punto divertido y de ese humor absurdo que triunfa con los niños y que les invita a reflexionar pero sin abrumarse. Este cuento es, sin duda, una de nuestras lecturas pendientes.


-Trenfugiados. Bueno, pues este libro también me tiene loca. Me encanta, es sencillamente espectacular. Hay cuentos que concentran en sí mismos todo lo maravilloso del mundo de la literatura infantil, y este es uno de ellos. Al hablarle de la guerra a los niños, es inevitable que aparezca el concepto de refugiados. Quizá no con esa palabra, pero sí les explicaríamos que hay personas -niños como ellos- que tienen que dejar sus casas. Tampoco sería raro que ellos en su vida llegaran a conocer a personas refugiadas. Quizás, si tienen la inmensa suerte de vivir en una familia generosa, puede que ellos mismos ayuden a unos refugiados, y sus padres le habrán regalado así un aprendizaje vital extraordinario. Pero bueno, a lo que iba: este cuento está muy bien porque es una conversación entre niños, entre unos primos en casa de su abuela llegando a sus conclusiones de niños sobre el complicado mundo de mierda que hemos creado los adultos. Es chulísimo porque es real, habla a los niños como ellos piensan, y hace resaltar el tipo de cosas que ellos resaltarían al hablar de esto. Otro cuento pendiente. Yo diría que a partir de 4 años se puede leer sin problemas. 


-El mapa de los buenos momentos. Este cuento me mata, y se lo haría leer a todos esos hijos de puta que se creen con derecho a arruinar la infancia de tantos y tantos niños, y que deberían arder en el infierno. Pero bueno, qué más da, a ellos se la pela todo. El caso, es que, como decía, este cuento me mata, porque es precioso pero me parte el corazón: es la historia de una niña que, la noche antes de dejar su ciudad por culpa de la guerra, abre un mapa de la misma y se pone a señalar en ella todos los lugares en los que ha sido feliz. Terrible, ¿verdad? Pero bueno, aún así es muy, muy bonito, y nos obliga a reflexionar cómo los niños que sufren las guerras no son extraterrestres ni nacieron desgraciados, sino que eran niños como los nuestros que iban a la escuela, al parque, a la biblioteca, al cine o a casa de sus abuelos. Es un libro precioso, pero que no hay duda de que hay que leerle a los niños con cautela, porque les puede abrumar. Aún así, y siempre que los niños tengan cierta madurez, creo que es positivo leerles este tipo de cosas, sobre todo porque el cuento, aunque acaba inciertamente, porque así son las guerras, tiene su punto de esperanza al final, ya que Zoe, su protagonista, se muestra segura de que algún día volverá a aquella ciudad en la que había sido tan feliz.


-El viaje: un cuento precioso, aunque duro y agridulce, porque, por así decirlo, no tiene un final feliz. Tampoco es que tenga un final, en realidad: acaba simplemente con una niña que, tras huir de su país con su hermano y su madre, mira los pájaros que vuelan por el cielo y desea, como ellos, poder volver a encontrar algún día un nuevo hogar. Creo que es un cuento muy bueno para que los niños empaticen con lo que significa tener que abandonar tu casa, tu arraigo, tu bienestar, tu día a día, el mundo que conoces. Y bueno, el cuento, aunque ya os comento que es durillo, también es precioso: muy poético, unas ilustraciones bellísimas y la historia de una madre que hace todo por sus hijos (y, ojo, un padre que muere, ya os he dicho que es duro). 


-Colas de sueños: "El campamento al que nos han traído es como una gran ciudad de tiendas de campaña. Todo está lejos, siempre hay mucha gente en todas partes y para cualquier cosa hay que esperar en una cola muy larga. Papá no lo sabe, pero con lo que yo sueño de verdad, de verdad, es con una cola que nos lleve de vuelta a casa". Con este extracto, poco más hay que añadir. Otro cuento que me parece ideal para leer en el aula -a niños algo mayores, eso sí, ya que explica la crisis de los refugiados a través de los ojos de un niño encerrado en un campo. Está inspirado en el pequeño Aylan, que apareció ahogado en una playa de Turquía y que, en teoría, tanto impactó a la comunidad internacional, aunque luego todo siguiera igual.


-Waterloo & Trafalgar: un álbum ilustrado sin palabras que hace a los niños a reflexionar sobre el absurdo de los enfrentamientos poniendole humor al asunto. Aunque es un libro que creo que va a divertir a los pequeños, porque al final al ser un libro sin palabras, el autor juega mucho con la expresividad de los personajes, creo que necesitan tener una cierta madurez para realmente entender lo que el libro quiere expresar. Yo diría que se puede leer a partir de 7 años. 


-El enemigo: como ya he dicho, a veces, en las guerras, o sencillamente, en la sociedad, se odia “al otro” sin saber por qué. Son sentimientos heredados de generación en generación que se siguen sin cuestionarse por qué, y que no son, en realidad, más que puro adoctrinamiento. “El enemigo” invita a los niños a reflexionar sobre precisamente eso, sobre el constructo que es el concepto del “enemigo” y sobre cómo existe un cierto interés en que ese concepto exista. La verdad es que no conocía este cuento y me ha gustado muchísimo, y aunque pienso que es para más mayores -a partir de 6 diría yo- creo que los niños pueden entenderlo bien.


-People power. Sé que hablar de La Paz cuando se habla de la guerra puede ser muy naíf, sé también que, desgraciadamente las buenas palabras y las buenas intenciones no pueden parar a los sociópatas asesinos, pero sé también que tener un hijo -y más en estos tiempos- es el mayor acto de esperanza en la humanidad que existe. Y yo no sé, yo no quiero, criar sin esperanza. Y tampoco sin referentes. Y en este libro, que por fin alguna editorial se ha animado a traducir -¡ya era hora!- da a los niños un montón de ejemplos concretos sobre protestas pacíficas que, efectivamente, consiguieron cambiar las cosas. Porque yo tampoco quiero educar a mis hijas sin conciencia, sin la conciencia de saber que cuando las situaciones son injustas, cuando las leyes nos maltratan, debemos luchar para que cambien sin esperar a que venga alguien a hacerlo por nosotros. Este libro es estupendo para ello. Para lectores más mayores, eso sí -a partir de 7 años- gracias a él se pueden aprender un montón de datos, fechas, países y personas que hicieron historia. 


-Somos exploradores: este cuento lo leí en la biblioteca, y aunque es bonito, también es durísimo. Al leerlo -Vera lo cogió de la estantería y me pidió leérselo, afortunadamente no se enteraba de qué iba la película- me recordó a la película de La Vida es Bella, donde un niño y su padre están en un campo de concentración pero su padre se inventa un mundo de aventuras para que el pequeño crea que todo es un juego. Este cuento es un poco eso, pero en vez de un padre hijo son un hermano mayor con su hermana pequeña, que se inventa que su huida de casa por la guerra hacía no se sabe dónde -al final, después de mil cosas, acaban en un campo de refugiados- es un viaje de unos exploradores. Aunque no es un libro en el que en el texto se explicite realmente lo que está pasando, las imágenes hablan por sí solas, y por eso creo que debe ser para niños de al menos 7 u 8 años. Eso sí, creo que es un cuento muy necesario y que estaría genial leer en clase, acompañado seguidamente de una charla, buscar noticias y cosas así. No puedo hablar de este cuento sin hablar de su última página, que es preciosa. Después de haber llegado por sin, al campo de refugiados, lo que la niña llama “La ciudad de los exploradores”, en la última página se ve a la niña, feliz, en un colegio. Y el texto dice así: “Por supuesto, no nos quedamos en la ciudad de los exploradores para siempre. Ahora ya estoy en el cole, escribiendo mi propio libro sobre exploración. Y también he dibujado las ilustraciones yo misma. Lo he titulado “somos exploradores”, y se lo quiero dedicar a mi hermano, que es el mejor explorador del mundo”. Precioso, ¿verdad?


-La Guerra: y acabo este post con este libro que, advierto, no es para niños, o al menos, no para niños pequeños. Es más bien para adultos a los que le guste leer álbum ilustrado, aunque creo que puede ser una opción perfecta para leer en clase, por ejemplo, a unos adolescentes con los que se esté tratando este tema. Este libro es la crudeza, la desesperanza, el silencio, la desilusión, la falta de horizontes. La guerra, ni más ni menos. Es, aún así, un libro buenísimo, porque  está muy bien escrito y dibujado y consigue justamente su propósito: hacernos sentir incómodos, hacernos sentir hasta miedo, hacernos sentir indefensos. Como la guerra. 


+ bonus track: La declaración universal de los derechos humanos: cuando hablas a los niños de algo tan complejo y tan, en teoría, lejano a su día a día como es la guerra, van a surgir muchísimas preguntas, y no es difícil que la conversación discurra hacia derroteros más cívicos y optimistas, como por ejemplo hablarles del concepto de derechos. Y para ello, este cuento es perfecto. Un pop up en el que cada página es un derecho, y ese derecho es "explicado" a través del diseño tridimensional de la página. Muy, muy chulo. 

Y sin más, hasta aquí por hoy. Me despido deseando que ojalá la historia no fuera cíclica, ojalá no hubiera tenido que escribir este posts y ojalá estos cuentos sirvan para educar seres humanos conscientes de que la vida del otro es sagrada, piense lo que piense, viva donde viva y sea como sea.

Un abrazo,

Clara.
pd: no puedo acabar este post sin enlazar aquí una organización que descubrí a raíz de este conflicto y a la que agradezco profundamente su labor. Se trata de un movimiento polaco que entrega libros a niños y niñas de todo el mundo que, por diversas circunstancias, no pueden acceder a la lectura, y se encuentran en estos momentos recaudando fondos para comprarle cuentos a los niños de Ucrania que están llegando a Polonia. Puede parecer frívolo pensar en estos momentos en que los cuentos puedan ser para esos niños un producto "de necesidad", pero no es asó. Los cuentos van a proporcionar a esos niños un momento, por breve que sea, de paz, normalidad y tranquilidad. Además, gracias a este proyecto, se ayudará a las editoriales ucranianas a que aguanten este trance tan difícil. En fin, que me he visto obligada a mencionar aquí este precioso proyecto que creo que tan bien encaja con el espíritu de este blog. Si estáis interesados, podéis saber más pinchando aquí
 

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